* Nigel Mansell, Jackie Stewart y Niki Lauda, tres legendarios campeones que son sinónimo de perseverancia, supervivencia y creadores de un nuevo estándar de profesionalismo.
Provenientes de tres realidades distintas estos tres campeones tienen algo en común: llevaron el profesionalismo a un nuevo nivel. Enfocados en el trabajo de taller, el desarrollo del auto y en una férrea disciplina, se convirtieron en leyendas gracias a su dominio en pista, frente a rivales que hoy son referentes de la F1.
Nigel Mansell, Niki Lauda y Jackie Stewart tienen en común el haber enfrentado y vencido a algunos de los mayores ídolos del automovilismo mundial, y no sólo con talento, sino gracias a la disciplina. Así, cambiaron los estándares establecidos y ayudaron a la categoría a convertirse en la cima del deporte motor.
Sir Jackie Stewart
Destaca en el paddock de cada uno de los Grandes Premios actuales. Con una boina de tartán que hace juego con su pantalón, Sir Jackie Stewart camina de las suites a los pits, de la parrilla a los garages y no es raro que irrumpa en las transmisiones de televisión europeas.
Stewart jala las miradas, es detenido para fotografiarse, firmar autógrafos y no es raro que algún nuevo fanático que no sepa el porqué es tan admirado pregunte “¿quién es?” al verlo pasar. Cuando eso sucede, señala su acreditación permanente, donde se lee: “Sir Jackie Stewart – Tres veces campeón mundial”.
Con el conocimiento adquirido tras nueve temporadas como piloto, tres como dueño de equipo y casi 60 en la Formula 1, el “escocés volador” es recordado como uno de los más feroces competidores de Jim Clark, Graham Hill y Pedro Rodríguez.
Debutó en la categoría en 1965, justo el 1 de enero, en el Gran Premio de Sudáfrica, luego de coronarse en la Formula 3 Británica. En ese primer año en la máxima categoría deslumbró al mundo al cerrar en tercer lugar general, gracias a un triunfo en Italia al imponerse a su coequipero Hill y al estadounidense Dan Gurney.
La carrera de Stewart no fue sino en ascenso y obtuvo el subcampeonato en 1968 y su primera corona en 1969. El segundo título vino en 1971 y el tercero y último en 1973, el año de su retiro.
Tuvo 99 arranques, 17 pole positions, 15 vueltas rápidas, 42 primeras filas, 43 podiums (incluyendo 27 triunfos) y una de las cifras más impresionantes para la época: 1,919 vueltas en el liderato (9,126 kilómetros).
Gracias a su talento y al aporte a la cultura y deporte de Gran Bretaña fue condecorado con la Excelentísima Orden del Imperio Británico.
A pesar de que sus logros dentro de las pistas son notables, su trabajo fuera de ellas es aún mayor. En 1966 tuvo un terrible accidente en Spa-Francorchamps, a más de 260 kilómetros por hora. Sufrió lesiones en las piernas y pecho, y ante la falta de elementos de seguridad y cuerpos de auxilio, tuvo que esperar en la plancha de una camioneta a que llegara una ambulancia.
A partir de entonces se convirtió en un luchador por la seguridad y presionó a los dueños de las pistas a colocar rieles y barreras apropiadas, además de ser un gran promotor de los cascos que cubrían completamente la cara. Sus campañas de seguridad, aunque pusieron a los propietarios de pistas en aprietos son, sin duda, su mayor aportación al automovilismo actual.
Niki Lauda
Si alguien supo de adelantos en cuanto a seguridad ese fue el gran Niki Lauda. El piloto austriaco es uno de los mayores referentes del automovilismo y su influencia en la cultura popular le lleva a la categoría de ídolo.
Andreas Nikolaus nació en una familia adinerada, por lo que su participación en el mundo del automovilismo era considerada un acto de rebeldía. Gracias a su gran visión empresarial consiguió los prestamos bancarios necesarios para participar en la Formula 1, y debutó en su Gran Premio de casa, en 1971. A la par, disputaba competencias de la Formula 2, lo que le dio mucho mayor tiempo en pista y la oportunidad de acelerar su aprendizaje.
En 1972 resultó campeón de la Formula 3000 Británica y para 1974 ya era piloto titular de Ferrari. Al siguiente año obtuvo su primer título, luego de ganar cinco Grandes Premios y lograr un total de ocho podiums.
Todo indicaba que repetiría el título en 1976, pero un fuerte accidente en el Gran Premio de Alemania (1 de agosto), en el cual su auto impactó contra el riel y se incendió, le impidió competir en Austria, Países Bajos e Italia. Niki estuvo al borde de la muerte, pues el fuego le provocó lesiones en cara, cabeza, manos y torso. Debido al tiempo en el cual respiró el aire caliente, sus pulmones tuvieron quemaduras internas.
Los médicos catalogaron su recuperación como milagrosa, y aunque no se le recomendó regresar a las pistas ese año, Lauda estuvo listo para disputar el GP de Canadá, el 3 de octubre.
Niki llegó a la última carrera del año, en Japón, con tres puntos de ventaja sobre James Hunt. Ese domingo cayó una torrencial lluvia, una de las peores que se hayan registrado en fin de semana de Gran Premio, por lo que Lauda, mucho más consciente de las medidas de seguridad, solamente dio dos vueltas y argumentó que así no se podría celebrar una competencia.
Tras sobreponerse a una llanta ponchada, Hunt siguió en pista y terminó en tercer lugar, para vencer a Niki por un punto y proclamarse campeón mundial. La corona regresó al austriaco en 1977, luego de tres victorias y 10 podiums.
Niki se retiró de la serie al final de 1979 para enfocarse en su negocio de aerolíneas, sin embargo regresó a la categoría en 1982, con McLaren. Con ellos consiguió su tercer y último campeonato en 1984, al vencer a su coequipero Alain Prost por apenas medio punto (cuando sólo se seleccionaba el mejor puntaje de 11 de las 16 carreras), en una de las temporadas más peleadas de la época reciente.
El austriaco se retiró definitivamente como piloto de Formula 1 al término de la temporada de 1985, tras 13 campañas, 171 Grandes Premios disputados, 24 pole positions, 31 primeras filas, 54 podiums, 25 triunfos, 24 vueltas más rápidas, un subcampeonato y tres campeonatos.
Para beneplácito de sus seguidores, se convirtió en accionista y asesor del Mercedes-AMG, donde fue parte del éxito del equipo, de Nico Rosberg y de Lewis Hamilton.
Nigel Mansell
El último piloto de esta entrega es el famoso “León Británico”, el “5 rojo”, el “tres veces subcampeón”… el más improbable de los monarcas mundiales de los 90: Nigel Mansell.
Han pasado 31 años de aquella campaña casi perfecta de 1992, cuando a bordo del Williams Renault consiguió la victoria en nueve de los 16 Grandes Premios, incluyendo el triunfo en el Gran Premio de México, entonces segunda fecha de la campaña, cuando se disputaba en marzo.
Luego de ser subcampeón en 1986 (cuando precisamente en México se equivocó de cambio de velocidad para terminar en quinto y comprometer toda su temporada), en 1987 (cuando se retiró en Japón), y en 1991 (cuando fue descalificado en Portugal), finalmente la disciplina, terquedad y trabajo intenso, le dieron la corona en la úndecima fecha del año.
Fue en el Gran Premio de Hungría cuando un segundo lugar, detrás de Ayrton Senna, le hizo coronarse cuando aún faltaban cinco carreras en la campaña. Nunca antes en la historia alguien había amarrado el título con tanta anticipación, y es que la temporada de Mansell fue de ensueño, con 12 podiums.
Nigel es uno de los pilotos más inteligentes que ha tenido la Formula 1. Para el británico llegar a la máxima categoría del automovilismo no fue fácil, pues nació en una familia trabajadora, alejada del glamour de las carreras. Sin embargo, Mansell fue un estupendo estudiante, lo que le permitió graduarse de ingeniería en el Matthew Boulton College y logró trabajar en el Lucas Engineering, como ingeniero aeroespacial. Así, pudo ahorrar para comenzar una carrera en la Formula Ford, Formula 3 y gracias a su talento y resultados, debutar con Lotus en Formula 1, en 1980.
Nigel no contaba con la velocidad de Senna o el análisis de Prost, sin embargo tenía una de las frenadas más tardadas de la categoría. Alargaba las rectas y mientras frenaba “acomodaba” el auto para salir derecho. Ese manejo agresivo en curvas le hacía “recortar” las curvas, aunque comprometía las pastillas de frenos.
Era temerario y debido a ello protagonizó el que quizá sea el rebase más espectacular en el Gran Premio de México. Era 1990, y Mansell manejaba para Ferrari. El inglés corría en tercer lugar, detrás de Gerhard Berger (McLaren) y se colocó en la succión en la recta trasera.
El austriaco cambió un par de ocasiones su línea, pero Mansell se mantuvo firme, y a la entrada de la Curva Peraltada se abrió, para rebasar al McLaren por fuera, con el peligro de pisar las “canicas” y terminar en el muro. Sin embargo, Nigel fue perfecto y en el última curva de la última vuelta se hizo del segundo lugar.
Se le preguntaría que porqué se atrevió a rebasar en una zona casi imposible, a lo que respondió: Nadie me dijo que no se podía rebasar en la Peraltada. En 2015 se le rindió un homenaje justo en el lugar del rebase, y la curva 17 del Autódromo Hermanos Rodríguez (lo que sobrevive de la Peraltada en el trazo del Gran Premio), se bautizó como Curva Nigel Mansell.
El León dijo adiós a la Formula 1 luego de participar en 15 temporadas, 187 Grandes Premios, obtener 32 pole positions, 56 primeras filas, 59 podiums (incluyendo 31 triunfos), 30 vueltas más rápidas, tres subcampeonatos y un título mundial.
Es el segundo piloto británico con más triunfos (detrás de Lewis Hamilton) y aún se mantiene en el Top 10 de victorias de todos los tiempos. Sin duda, un piloto que demostró que la disciplina y trabajo son tan importantes como el talento y la velocidad.
Su amorío con el Gran Premio de México se consolidó con sus triunfos en 1987 y 1992, y su nombre estará ligado a la ronda mexicana por siempre, gracias a su valentía y lucha hasta la última vuelta.
Son pilotos como Stewart, Lauda y Mansell los que han hecho legendaria a la Formula 1, los que con sus cualidades han emocionado a los fanáticos, y quienes han llevado su nombre a ser un sinónimo del éxito en el deporte mundial.