*La historia de México en la Formula 1 va de Ricardo Rodríguez a Sergio Pérez, de Jo Ramírez a Dalia Ramos y de una afición citadina a todo un país al pendiente de la máxima categoría.
Cuando Ricardo Rodríguez debutó en Formula 1 no existía el Gran Premio de México. Era 1961 y el jovencito llenó el ojo de Don Enzo Ferrari, quien decidió debutarlo en la iconica ronda italiana. Con eso, el mexicano se convertía en el piloto más joven en la historia de la Scuderia Ferrari en tomar parte de una carrera oficial de la serie.
Ricardo irrumpió con una espectacular calificación, en primera fila, y una gran demostración de talento y agresividad. Hoy, el mexicano se mantiene como el piloto más joven del equipo italiano en correr un Gran Premio, con 19 año
Su llegada a la máxima categoría no hizo sino encender aún más la pasión por el automovilismo que ya se vivía en la capital mexicana, con el Autódromo de la Ciudad de México (hoy Hermanos Rodríguez) recién inaugurado en 1959.
El trazado de la Magdalena Mixhuca fue construido gracias a una serie de factores que se conjuntaron en el momento preciso. El proyecto de tesis del ingeniero civil Óscar Fernández Gómez Daza, el gusto por la carreras del presidente Adolfo López Mateos y la seriedad del regente Ernesto Uruchurtu.
Una comitiva viajó a Europa a observar algunos de los autódromos más importantes de la época y regresó con ideas muy puntuales. Incluso, si vemos el primer trazo del Hermanos Rodríguez -ese de 5 kilómetros-, veremos algunas similitudes con la larga recta y el estilo de curvas de Monza, por ejemplo.
Con Ricardo como figura naciente en la Formula 1 y la celebración del Gran Premio de la Ciudad de México 1962 (una carrera no puntuable para el campeonato y que lamentablemente fue la última prueba del malogrado piloto) era cosa de tiempo para que la siguiente gran estrella tricolor ingresara a la serie.
Fue precisamente Pedro Rodríguez, hermano de Ricardo y ya figura en Estados Unidos y Europa, quien disputó el Gran Premio de Estados Unidos y el primero oficial de México, en 1963. Su talento en manejo en lluvia y en condiciones adversas fue cobrando fama mundial (aunada a sus triunfos en carreras de resistencia) y el nombre de México retumbaba en la escena global.
El primer triunfo de Pedro se dio en Kyalami, Sudáfrica, el 2 de enero de 1967, en aquella prueba que hoy se recuerda por tocar ‘South of the Border’, en lugar del Himno Nacional Mexicano.
A partir de entonces Pedro viajaba con un acetato con el símbolo patrio, y sí, el himno sonó en Spa-Francorchamps, en el Gran Premio de Bélgica de 1970.
La grandeza de los hermanos Rodríguez se sumó a la fama de La Carrera Panamericana y de pronto México estaba en los ojos del mundo. El Gran Premio de la Ciudad de México se disputó desde 1962 a 1970 de manera ininterrumpida, dejando auténticas joyas, como los triunfos de Jim Clark (1962, 1963 y 1967); el primero de Honda en la serie, con Richie Ginther al volante del hermoso monoplaza blanco, en 1965; o la gran demostración de Jacky Ickx en su Ferrari (1970).
Y aunque hubo una pausa hasta 1986 (cuando la categoría regresó a su casa en la Magdalena Mixhuca), México seguía con representación en el gran circo gracias a la presencia del ingeniero Jo Ramírez, quien llegó a Europa junto con los Hermanos Rodríguez, y tras participar con equipos como AAR Eagle, Tyrrell o Copersucar, se convirtió en coordinador de equipo en McLaren.
En pista, Héctor Alonso Rebaque fue el sucesor de Moisés Solana en la serie y llegó al equipo Hesketh en 1977. Se mudó a Lotus al año siguiente y su última temporada en Formula 1 fue la de 1981, con Brabham, para sumar 41 Grandes Premios disputados.
De 1986 a 1992, México fue sede de una de las épocas más añoradas de la Formula 1, con el talento de pilotos como Ayrton Senna, Alain Prost, Nigel Mansel, Gerhard Berger y Riccardo Patrese. El Autódromo Hermanos Rodríguez era un referente de la serie y la Curva Peraltada, uno de los mayores retos para los pilotos de la máxima categoría.
Fue en 2011 cuando nuestro país regresó a la parrilla de un Gran Premio, en Australia, gracias al tapatío Sergio Pérez. Checo trajo la vitalidad necesaria a una afición que añoraba el contar con un representante en pista.
Las hazañas de Checo se dieron desde esa primera carrera, cuando terminó en el Top 10 en un Sauber. Lastimosamente una falla en las medidas de su alerón le causarían la descalificación, pero la flama de la pasión por el automovilismo se reavivó en toda una nación y hoy la constancia de Pérez la mantiene encendida.
A Pérez se le sumó Esteban Gutiérrez con un debut en el mismo equipo en el que lo hiciera Checo, pero dos años después. La carrera de Esteban duró, como piloto titular, hasta 2016 y hoy es parte de la poderosa escudería Mercedes, como piloto de reserva y desarrollo.
La llegada de ambos volantes a la Formula 1 fueron claves para que en 2015, la categoría regresara al Hermanos Rodríguez. Con ello, México demostró que nunca debió existir esa segunda pausa.
La organización mexicana ha sido inmaculada y gracias a ello tienen un récord que difícilmente se podrá igualar y es el de ganar el Trofeo a Mejor Gran Premio de Formula 1 del año, no una ni dos, sino cinco veces. Para subir la vara, fueron de manera consecutiva, de 2015 a 2019.
Hoy, no podemos imaginarnos a la Formula 1 sin México, y no sólo en pista pues el talento de los ingenieros Marcelo Martinelli (Mercedes), Juan Sebastián Navarro (Ferrari), y Dalia Ramos (Alpine) son clave para que la gran maquinaria de la categoría siga sorprendiendo en todo el mundo.
Con marcas en asistencia, labor social, organización, innovación y la mejor F1ESTA del año, México pone el sabor en una serie que ha encontrado en el Hermanos Rodríguez su casa… una sede tricolor y llena de alegría.