Su perfil y un poco más
Es de lo más común que tanto al conocedor como al nuevo aficionado, se les escape la dimensión fenomenal de lo que significa ser un monarca de la Formula 1.
Primero que nada, hay que volver a decir que el público los ha consagrado como héroes porque en representación de todos, escriben sus hazañas al borde del límite de la vida misma. De ahí, que los campeones mundiales muertos en la pista, todavía tengan un aura más poderosa.
A la fecha (de 1950 a 2016), van torneos mundiales ya despachados. Esto implica, el encadenamiento sin cesar de 948 carreras, contadas hasta el reciente Gran Premio de Bélgica. En ellas, han competido 993 pilotos. Y sólo, hay 32 campeones laureados.
No estará de más repetirlo: son muchos los llamados, y pocos los agraciados.
Por eso qué mejor, que un repaso cuasi volando sobre los 32 campeones mundiales.
Empezando por los que sólo una vez accedieron al nirvana de la velocidad.
El primero de todos: Giuseppe “Nino” Farina el padre de la orden, lo fue en 1950 (sobre los Alfa Romeo).
También se anota a un inglés que le pisaba con ganas al pedal del acelerador: Mike Hawthorn en 1958 (de Ferrari).
La sorpresa a nombre de los EUA: la dio Phil Hill en 1961 (de nuevo, con un Ferrari).
Campeón mundial asimismo en las motos: John Surtees en 1964 (y los italianos vuelven a coronar).
Amigo de Jack, de Nueva Zelanda y buen mecánico: Denny Hulme en 1967 (con Brabham-Repco).
James Hunt el anarquista de Formula 1, en 1976 (casi nada, con su McLaren-Ford Cosworth).
En 1976, por una sola vez también de EUA: Mario Andretti en 1978 (con Lotus-Ford Cosworth).
De Sudáfrica, llegó Jody Sheckter, campeón en 1979 (en un Ferrari rojo).
Luego otro de Australia, el rijoso Alan Jones en 1980 (con un Williams-Ford Cosworth).
Golpe sorprendente, con una temporada muy débil, y se corona Keke Rosberg en 1982 (ídem).
Aparece el león que debió de haber sido monarca antes: Nigel Mansell en 1992 (Williams-Renault).
Para 1996, otro inglés suma más coronas para el Reino Unido, Damon Hill, hijo de Graham (ídem).
Otro cachorro de un grande, esta vez, se trata de Jacques Villeneuve en 1997 (ídem).
Sorprende a los de McLaren liados entre sí, con un punto: es Kimi Raikkonen en 2007 (Ferrari).
Golpe de buena ventura, Jenson Button lo da. Ocurre en el año de 2009 (Brawn GP-Mercedes).
Para que vengan enseguida los que se han proclamado dos veces como los más grandes. Lo que ya demanda otro perfil. Más garra, más paciencia, y mayor hambre:
Es Graham Hill en 1962 y de nuevo en 1968 (con un auto de BRM y después con su Lotus-Ford Cosworth).
Emerson Fittipaldi, en 1972 y 1974 (en Lotus-Ford C., y enseguida en el McLaren-FC).
Por 1998 y 1999 es Mika Hakkinen (gracias a una ecuación perfecta como la ideada por McLaren-Mercedes).
Hasta por tres veces, lo consigue un piloto genial también actuando como patrón de equipo: el australiano Jack Brabham en 1959, 1960 y 1966 (la primera vez lo hace con un Cooper-Climax, que al año siguiente repite, y en 1966 rabham; por cierto el coche, con una máquina de Repco).
El brasileño Nelson Piquet que por su lado también, se mete entre los mayores de siempre. Gana en 1981, en 1983 y en 1987 (primero con el Brabham-Ford Cosworth; enseguida con un Brabham-BMW turbo y por fin, en el Williams-Honda que hizo época).
Entre los más destacados de siempre, hay que mencionar a cuatro gigantes que, en sus hombros sostienen a otros cuatro grandes pilotos de siempre, y sobre ellos: los cuatro más geniales de los tiempos recientes.
De esta manera, en lo más abajo de la torre se pone como su base a: Juan Manuel Fangio, Alberto Ascari, Jim Clark y a Jochen Rindt.
Encima de ellos, colocados: Jackie Stewart, Niki Lauda, Ayrton Senna y Alain Prost. Y hasta encima, para que todo se ponga en claro sin excusas: Michael Schumacher, Fernando Alonso, Lewis Hamilton y a Sebastian Vettel.
Una docena de nombres de los cuales, casi siempre sale en boca de las mayorías al que eligen como el más grande de todos los tiempos. Cierto o no al 100% ésta, no pasa de ser otra propuesta más. Usted manda: añada y quite a su gusto.
El argentino Juan Manuel Fangio, es el único penta-campeón de la liga superior. Fue en 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957 que lo impuso así. Un grado de perfección que duró desde 1957, hasta el final del año 2002. El rigor, la caballerosidad y la calma: para darse el lujo de “ganar una justa a la velocidad más baja posible”. Tal fue su consigna que, lo pinta de cuerpo completo: el más prudente de siempre.
Alberto Ascari monarca del mundo en 1952 y 1953 con Ferrari. Representante natural de la vieja escuela de pilotaje, antes incluso, de la F1. Heredero directo de Nuvolari. Se accidenta en Mónaco, el 22 de mayo, quién sabe de qué manera milagrosa lo rescatan, y va a matarse a Monza cuatro días después, probando un coche. Su padre, también murió dentro de un auto de carreras.
Es muy posible que no haya habido ni antes ni después un corredor que trabajara con tanta perfección. Y con una pasión interminable. Con el rigor más absoluto del virtuoso y dueño de una sencillez, inquietante. Jim Clark. Es campeón mundial en 1963 y en 1965 con su Lotus-Cimax, volador.
Es 1970 el año de ascenso a la gloria más alta. Jochen Rindt se corona ya muerto. Con su Lotus, había ganado en Mónaco, Holanda, Francia, Inglaterra y en Alemania: nadie pudo obtener más puntos después. Y eso, que eran puros tiburones los que lo acompañaban por entonces.
Nació en Escocia y se proclama como el mejor. Ha sido en 1969, 1971 y en 1973. Se llama Jackie Stewart, nada más con cien carreras en su palmarés, para retirarse en la cumbre y entonces, apostar todo el talento en la seguridad de los demás pilotos; en sus días, vio como se accidentaba uno detrás del otro. Eso no podía seguir así, y lo consiguió mejorar. Es de las instituciones más valiosas en la categoría suprema. Sus campeonatos llegaron con Matra uno, y con Tyrrell, los otros dos.
Niki Lauda, campeón del mundo en 1975 y 1977 con Ferrari, también en 1984 con McLaren. No lo intimidó ser el núcleo de un incendio y menos, subirse de nuevo a competir con las heridas aún sin cicatrizar. Lo suyo fue la velocidad a toda mecha. Tanto, que es uno de los impulsos clave en el éxito del actual equipo Mercedes AMG, que es como si fuera invencible. Él, mete a todos en cintura. Nada lo perturba. Anda en los ámbitos de la realización más plena ¿Su perfil? El de un victorioso que todavía no conoce lo que es la soberbia.
Ayrton Senna el mágico. Dueño y señor de la máxima quietud, eso así, yendo a toda prisa. Él quería ir más alto que la victoria en sí. Su límite era el cielo. Es el eje fundamental para el prestigio de este deporte. El paradigma exacto. Un Prometeo de carne y hueso que tuvimos cerca y que ahora es un severo ejemplo para los corredores que vendrán. Menos palabras y más velocidad. Punto. Campeón con McLaren-Honda en 1988, 1990 y 1991.
Sus años de triunfos fueron en 1985, 1986, 1989 y 1993. El cerebro, al servicio del triunfo. La estrategia, con cada táctica de lo más bien ejecutada. La exactitud. Alain Prost, con su primero y segundo cetro a bordo del McLaren-TAG Porsche; lo vuelve a hacer luego, con el McLaren-Honda V-10 y lo repite años más tarde, en el Williams-Renault. Se retira en la cúspide. Un maestro.
Los asuntos de los pilotos más cerca de los tiempos que corren casi no tienen ningún misterio. La información corre como reguero de pólvora, otra cosa es la compresión de lo que pasa.
Ya se sabe que nadie ha sido tan perfeccionista ni tan ambicioso como el “hepta”. Su manera de adueñarse de todos los records nunca antes siquiera se sospechó. Con el tiempo, su leyenda crecerá más. Michael Schumacher gana con Benetton en 1994 y 1995. Al tiempo, logra lo impensable, la mejor era de Ferrari: cinco copas del año, al hilo: fue una maravilla que empezó en el año 2000 y fue a dar hasta el 2004.
Fernando Alonso como dueño del mundo en los años de 2005 y 2006 en compañía de Renault. La “alonsomanía” es un fenómeno inédito. España empieza esa etapa maravillosa en el deporte gracias al aliento del asturiano. Ese tamaño de piloto tan completo, como cualquier otro de los grandes maestros de los tiempos previos. No tardará en volver a dar sorpresas a sus seguidores, porque tiene el don del éxito consigo.
Sebastian Vettel logra para Red Bull un rosario de campeonatos que se antoja inexplicable, ha sido desde 2010 hasta llegar a 2013. Se entiende nada más debido a su gran talento. Ferrari no encontrará una mejor baza. No tarda en despertar este dragón porque con un poco de suerte, tiempo es lo que le sobra.
2008, 2014 y 2015 han sido las campañas de un Lewis Hamilton de verdad triunfante. Él, es la clave para revelar la grandeza de los pilotos de la Fórmula 1. Por una razón muy sencilla, usted lo verá en vivo. Del modo que nadie se lo va a platicar.
Por eso, hay que vernos, sin falta: en los días 28, 29 y 30 de octubre para aclararlo.
¿Dónde? En el Autódromo Hermanos Rodríguez.
Entonces, será que veremos si es de verdad que son monstruos sagrados o apenas, son una parte de la exageración. Estaremos ahí.